miércoles, 22 de abril de 2020

Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli a favor del impuesto a la riqueza.


Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli

Sacerdotes de Córdoba a favor del impuesto a la riqueza.




Impuesto a la riqueza acumulada

 “…sus riquezas están podridas, y sus ropas están comidas por la polilla, su oro y plata están enmohecidos y su moho testificará contra ustedes y devorará totalmente sus carnes como fuego” Santiago 5:2-3

Demasiada es la riqueza que se pudre. Se oxida. Mucha es la riqueza que a algunos les sobra y se tira. Esa riqueza está manchada de sangre, de sudor y de lágrimas de los que mueren antes de tiempo, mueren cuando no tienen que morir.

Mucha es la riqueza que algunos acumulan y ya no les sirve.

La dinámica universal es expansión generosa y abundante de la vida, todo lo contrario de la concentración perversa que acumula para unos pocos.

Amontonar es perverso.

Mucha es la riqueza por la que se asesina, se destruye, se lastima.

La desigualdad económica esta descontrolada, solo 2.153 multimillonarios poseen más riqueza que 4.600 millones de personas en el mundo. Hace unos días se descubrió que un pequeño grupo de delincuentes oculta al fisco más de USD 2.600 millones en 950 cuentas radicadas fuera del país.

El Profeta Jesús es categórico, no admite matices.

 “O Dios, o el dinero”, “A lo ricos les costará entrar en el Reino de Dios”, “Para quién será lo que has acumulado” o el castigo eterno para el “rico Epulón” incapaz de ver al andrajoso hambriento a su lado.

El Profeta Jesús no conocía la escandalosa desigualdad-injusticia-violencia que en estos tiempos ha producido el capitalismo financiero global. En su tiempo estos mecanismos de acumulación no estaban tan sofisticados. Sofisticación siniestra.

Pero lo mismo pudo ver las riquezas podridas de los que acumulaban.

Algunos “iluminados” o “cómplices” mediáticos del sistema se quejan porque el Gobierno quiere exigir a esos “ricos” un poco, tan solo un poco, de todo lo que tienen acumulado.

Cuando en realidad se trata de la medida económica más humana y por eso cristiana, la medida más justa y por eso ética que podamos imaginar, sobre todo en estos tiempos.

El Profeta Jesús es certero, sin medias tintas.  

“Tuve hambre, tuve sed, estaba desnudo, estaba enfermo… y me diste de comer, de beber, me vestiste, me cuidaste”.

Lo demás, cuando quieran, lo discutimos.

Abril 2020 Cuarentena.