miércoles, 12 de abril de 2023

Sin Política, no hay Pascua.

 

Sin Política no hay Pascua.

 


El tan mentado “triunfo de la vida sobre la muerte” es una afirmación biológica, cósmica, universal.

La semilla que brota, millones de semillas, que no todas fecundan, pero es el ritmo inevitable de los ciclos naturales.

Las culturas muy tempranamente trataron de descifrar y “nombrar”  este “ritmo”.

Entendieron que había que festejar, celebrar, compartir una nueva cosecha. Las semillas volvieron a crecer.

En la Biblia se encuentran fundamentalmente dos celebraciones ligadas a estos ritmos, la cosecha y la ofrenda de los primeros frutos.

Todas las culturas tienen sus fiestas agrícolas: celebrar este equilibrio natural.

Pero la fiesta de la Pascua no es agrícola, es política. Una fiesta de liberación popular contra un imperio opresor.

Si la tradición cristiana pronto llamó “Pascua” a la resurrección no lo hizo negando esta mirada política, al contrario, la profundizaba.

De aquella liberación del opresor egipcio a la liberación de todas las opresiones como centro de la insurrección de Jesús ante sus asesinos.

La tradición eclesial “espiritualizó” tanto a estos acontecimientos, tergiversó tanto los hechos,  que ahora no se trata de liberarse de toda opresión, si no del  “perdón de los pecados”.

De un desafío político, donde se pone en juego el poder de los pueblos contra el poder de los amos, se pasó a una tarea individual, interior, subjetiva contra “el pecado”.

La semana santa es la semana política por antonomasia.

Una de las consecuencias de esta inversión del sentido “pascual” es el crecimiento de la “anti política” o en todo caso, de la apatía política de muchos cristianos.

Hace décadas denunciamos que la separación “de la fe y la vida” es uno de los males de nuestro tiempo, para ser más precisos, la separación de “la fe y la política” diríamos ahora.

Cuando con razón advertimos en amplios sectores sociales el desprecio por la política, o peor aún la despolitización y por lo tanto desmovilización militante, debemos mirar a la responsabilidad de aquellos discursos religiosos que han enmascarado la Pascua.

Y si no hay política en sentido pascual, resurgen los totalitarismos sectarios, violentos, dogmáticos, depredadores, la política de los poseedores.

Así, la resurrección no es tanto un hecho puntual, si no un horizonte constante.

Un horizonte que debemos intentar.

Nicolás Alessio.