martes, 16 de septiembre de 2025

Una mujer está pariendo.

 Para profundizar leer

Lucas 2, 1-20
Isaías 40, 1-5
Una mujer está pariendo.
El olor era insoportable
Suciedad, barro, estiércol
Los pastores sudados y cansados
Enervados, agobiados y maltratados
Era el perfume de la muerte
ahora y futura
Cuidar un rebaño
arriesgando el cuerpo
bajo las fauces de animales hambrientos.
Solo se cobijaban
en una improvisada fogata.
La rutina se quiebra
Bajos los leños ardientes
El rostro de un enviado de las estrellas
Les quiere hablar.
Levántese, salgan, corran, caminen
Vayan rápido.
Una mujer está pariendo.
El universo está pariendo.
Algunos pastores hicieron memoria.
De textos arcanos
Negados por jerarcas.
Consuelen y liberen
a mi pueblo
Consuelen y liberen
a los sin justicia
Consuelen y liberen
a los oprimidos
Una mujer
A imagen de los maltratados
bruja hechicera niña madre diosa
soplo desnudo y huracanado
está pariendo.
Sean oráculos esperantes.
No están solos
Una mujer está pariendo.
Nicolás Alessio, teólogo, bajo la tiranía de un imitador torpe de Calígula.
Un Diciembre húmedo del 2023

miércoles, 6 de agosto de 2025

San Cayetano, zurdo rata inmunda.

 


Si San Cayetano viviera

Milei le diría “zurdo, rata inmunda”.

 

Y estaría golpeado ferozmente cada miércoles en las marchas de los jubilados.

Bullrich lo hubiera puesto preso.

San Cayetano no dudaría en acompañar todos los urgentes y dramáticos reclamos sociales.

En su tiempo, enfermos de sífilis, mendigos, campesinos, prostitutas, víctimas de la usura, encontraron en él una presencia amorosa que reclamaba justicia y derechos sociales.

Y supo enfrentar a los que detentaban el poder político y social.

Su lucha, sus desvelos, sus convicciones, sus sueños, siempre las entendió “con otros”.

No era un héroe aislado. Por eso organizó a sus seguidores en comunidad.

Congregaba a otros, reunía a otros, aglutinaba.

Su mística era el amor desprendido e inclusivo.

Una ética de la ternura y el cuidado.

La idea de pan y trabajo, tener dignidad y compartir, quedaron en la memoria popular.

La espiga de trigo no hace milagros.

Es un símbolo, un signo, un sacramento de lo que hay que hacer: cuidar la tierra, sembrar, cosechar y compartir.

El pan se comparte, pero antes hay que amasarlo.

Siempre sembradoras, nunca motosierra.

Hoy, el Señor Presidente impone una lógica, una metodología, del insulto, el agravio, la violencia verbal, un odio planificado y disfrazado de “sinceridad” y “espontaneidad”.

Una aberración que daña el tejido social.

San Cayetano sería “un parásito mal” que hay que eliminar.

Y a sus seguidores también.

San Cayetano nos enseña todo lo contario, una lógica de ternura, inclusión y cuidado.

San Cayetano se baja de los altares y nos empuja caminar.

Esa es la verdadera procesión.

Y vamos todes.

miércoles, 16 de abril de 2025

Espectro . Hacia la cruz.

 

 


Espectro

Hacia la cruz

 

Los cuatro varones, autores de los evangelios,  no dicen nada.

Los relatos populares sí.

Una mujer fantasma.

Las tradiciones le dieron un nombre.

Verónica.

No importa que  no fuera el nombre real. Eso se perdió en las penumbras del tiempo.

Solo se pretendía sostener la veracidad del rostro en el paño. Verdadero (Vero) ícono (nica). El rostro en el lienzo era auténtico.

Quién era esa sombra femenina.

¿Formaba parte del grupo “de mujeres que acompañaban” al condenado?

Llama la atención que no la nombren, siendo que a otras mujeres si les reconocen una identidad. Como a  María, María de Cleofás, María de Magdala.

En los susurros del viento en las cuevas marginales, supo que los poderes religiosos y políticos lograron decidir la pena de muerte del profeta.

Seguramente estuvo cuando Pilatos se lavó las manos.

Y como dicen la tradición, pidió a gritos por la inocencia de Jesús, reclamando su derecho a testificar. Derecho no reconocido.

Fue una prostituta rescatada de una lapidación hipócrita.

Una leprosa despreciada cargada de llagas, pero rescatada.

Una discípula enamorada.

La sirio fenicia  que le arrancó el milagro para su hija a los gritos y una astucia sin igual.

O fue la mujer del flujo de sangre.

Coincide en el ardor con Verónica.  

Sangre por sangre.

El espectro femenino  toca los labios, la sangre y la piel herida de Jesús.

Desnuda su cuerpo femenino, se lanza sobre el profeta para limpiarlo.

Se hizo lugar a empujones, entre curiosos y sádicos soldados romanos.

Llega con su paño y limpia el rostro sangrando.

No tuvo mucho tiempo.

La patean, la empujan, la corren a las patadas y latigazos.

Ella se queda con su lienzo manchado de polvo, sudor y  sangre.

Fue un gesto atrevido, audaz, corajudo.

Queda en su túnica el rostro del profeta.

Y ese es el rostro de todos los crucificados.

Tal vez ella sea todas mujeres.

La sombra sigue presente.


Nicolás Alessio teólogo.