A favor de la vida, de verdad. Sobre el aborto Inutilidad del Código Penal. El aborto ha existido en todos los tiempos y
todas las culturas. Es una práctica milenaria. Ninguna mujer recurre a esta práctica como si
se tratara de un juego macabro o por el gusto de hacerlo. No creemos que nadie este "a favor"
del aborto. Nuestro Código Penal que considera a la mujer
como “delincuente-asesina”, salvo en situaciones de excepción donde se
permite abortar, no ha solucionado ninguno de estos problemas: No se tiene en
cuenta el derecho que tiene la mujer a decidir sobre su propia historia, su
cuerpo. Una maternidad impuesta. Es injusto
penalizar a la mujer y no al varón responsable también de haber engendrado.
Una diferencia escandalosa. Se avala un
negocio de clínicas privadas que ganan cifras millonarias con abortos
clandestinos pero seguros médicamente, solo las mujeres con posibilidades
económicas tienen ese privilegio. Una lacerante desigualdad Exponer a la
muerte o a graves consecuencias en la salud física y psíquica, sobre
todo a las mujeres jóvenes y pobres que abortan sin medidas higiénicas y
sin los cuidados necesarios mínimos. Daños irreparables. Los abortos no
han disminuido…
¿Se la debe
corregir? ¿Se debe sacar el tema del Código Penal? ¿Qué es lo mejor para la
sociedad toda? Es cierto que una
nueva legislación no garantiza resultados si no está acompañada de consenso
social, educación, prevención, cambio cultural. Pero ayuda a comenzar estos
caminos. Hipocresía farisaica
Esto es
absolutamente discutible, relativo, impreciso. Hay otras opiniones. De todas
formas, se aferran a un “principio teórico” incomprobable” (existe desde
el instante de la concepción un ser humano de pleno derecho) para no mirar ni
abordar una “realidad concreta”, lacerante e ineludible: la muerte de mujeres
jóvenes pobres por abortos clandestinos. las realidades
se deben asumir. Jesús siempre
optó por las víctimas concretas de su tiempo, muchas de ellas víctimas de
aquellos teóricos dogmáticos aun desafiando sus “sagradas leyes”.
Mientras
tanto, las gravísimas consecuencias de los abortos clandestinos sin
condiciones de salubridad se multiplican. Se trata de un gravísimo problema
de salud pública. Para la
conciencia ética cristiana, estas muertes de las mujeres, sobre todo jóvenes
y pobres, son un desafío ineludible: son víctimas inocentes de un sistema que
no las contempla.
Diciembre 2020 |
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