Para profundizar leer

Para "constituirnos" como pueblo, sujeto histórico de las transformaciones sociales, recuperando poder popular para ser una Patria, libre, justa y soberana, en el marco de las luchas latinoamericanas. Propuestas de Ley para llevar adelante un proyecto emancipatorio. Terminó su trabajo como asesor en la Cámara de Diputados en Diciembre del 2013
martes, 16 de septiembre de 2025
Una mujer está pariendo.
miércoles, 6 de agosto de 2025
San Cayetano, zurdo rata inmunda.
Si San Cayetano
viviera
Milei le diría
“zurdo, rata inmunda”.
Y estaría
golpeado ferozmente cada miércoles en las marchas de los jubilados.
Bullrich lo
hubiera puesto preso.
San Cayetano no
dudaría en acompañar todos los urgentes y dramáticos reclamos sociales.
En su tiempo,
enfermos de sífilis, mendigos, campesinos, prostitutas, víctimas de la usura,
encontraron en él una presencia amorosa que reclamaba justicia y derechos
sociales.
Y supo enfrentar
a los que detentaban el poder político y social.
Su lucha, sus
desvelos, sus convicciones, sus sueños, siempre las entendió “con otros”.
No era un héroe
aislado. Por eso organizó a sus seguidores en comunidad.
Congregaba a
otros, reunía a otros, aglutinaba.
Su mística era el
amor desprendido e inclusivo.
Una ética de la
ternura y el cuidado.
La idea de pan y
trabajo, tener dignidad y compartir, quedaron en la memoria popular.
La espiga de
trigo no hace milagros.
Es un símbolo, un
signo, un sacramento de lo que hay que hacer: cuidar la tierra, sembrar,
cosechar y compartir.
El pan se
comparte, pero antes hay que amasarlo.
Siempre
sembradoras, nunca motosierra.
Hoy, el Señor Presidente
impone una lógica, una metodología, del insulto, el agravio, la violencia
verbal, un odio planificado y disfrazado de “sinceridad” y “espontaneidad”.
Una aberración
que daña el tejido social.
San Cayetano
sería “un parásito mal” que hay que eliminar.
Y a sus
seguidores también.
San Cayetano nos
enseña todo lo contario, una lógica de ternura, inclusión y cuidado.
San Cayetano se
baja de los altares y nos empuja caminar.
Esa es la
verdadera procesión.
Y vamos todes.
miércoles, 16 de abril de 2025
Espectro . Hacia la cruz.
Espectro
Hacia la cruz
Los cuatro varones, autores de los evangelios, no dicen nada.
Los relatos populares sí.
Una mujer fantasma.
Las tradiciones le dieron un nombre.
Verónica.
No importa que no
fuera el nombre real. Eso se perdió en las penumbras del tiempo.
Solo se pretendía sostener la veracidad del rostro en el
paño. Verdadero (Vero) ícono (nica). El rostro en el lienzo era auténtico.
Quién era esa sombra femenina.
¿Formaba parte del grupo “de mujeres que acompañaban” al
condenado?
Llama la atención que no la nombren, siendo que a otras
mujeres si les reconocen una identidad. Como a
María, María de Cleofás, María de Magdala.
En los susurros del viento en las cuevas marginales, supo que
los poderes religiosos y políticos lograron decidir la pena de muerte del
profeta.
Seguramente estuvo cuando Pilatos se lavó las manos.
Y como dicen la tradición, pidió a gritos por la inocencia
de Jesús, reclamando su derecho a testificar. Derecho no reconocido.
Fue una prostituta rescatada de una lapidación hipócrita.
Una leprosa despreciada cargada de llagas, pero rescatada.
Una discípula enamorada.
La sirio fenicia que le arrancó el milagro para su hija a los
gritos y una astucia sin igual.
O fue la mujer del flujo de sangre.
Coincide en el ardor con Verónica.
Sangre por sangre.
El espectro femenino toca los labios, la sangre y la piel herida de
Jesús.
Desnuda su cuerpo femenino, se
lanza sobre el profeta para limpiarlo.
Se hizo lugar a empujones, entre
curiosos y sádicos soldados romanos.
Llega con su paño y limpia el
rostro sangrando.
No tuvo mucho tiempo.
La patean, la empujan, la corren a
las patadas y latigazos.
Ella se queda con su lienzo
manchado de polvo, sudor y sangre.
Fue un gesto atrevido, audaz,
corajudo.
Queda en su túnica el rostro del
profeta.
Y ese es el rostro de todos los
crucificados.
Tal vez ella sea todas mujeres.
La sombra sigue presente.
Nicolás Alessio teólogo.
jueves, 19 de diciembre de 2024
Pesebre sin adornos.
Pesebre sin adornos.
En situaciones dramáticas y de impotencia, la frase popular
dice "poner un grito en el cielo".
Somos más de 15 millones de pobres.
A veces el cielo pareciera sordo.
¿Será que no gritamos lo suficiente o que ni ganas de gritar
quedan?
"He oído los gritos de mi pueblo" dijo alguna vez Dios
desde una zarza ardiendo.
Tal vez debemos gritar más, mejor, y más fuerte.
Ese clamor debe ser también exigencia callejera.
Ocupar plazas y territorios. Aturdir con los reclamos.
El pesebre es el lugar del eco, lento, hiriente y profundo, de
tantos gemidos.
Se oían muy bien. Incluso con música.
El coro de ángeles aporto lo suyo.
Fue una noche ruidosa, poética.
Nadie dormía.
Ni los Pastores, ni el rebaño, ni los Magos de Oriente, ni
Herodes, ni José, ni María.
Menos el niño.
Eran centinelas alertas en tiempos de guerra.
No hay que dormirse nunca.
El Dios de la zarza, ha bajado para acariciar a los
sufrientes.
La liberación puede olerse y gustarse.
La Navidad es un terreno en disputa simbólica.
¿Costumbre? ¿Encuentro familiar? ¿Consumo sin sentido? ¿Solidaridad
de una noche? ¿Magia publicitaria? ¿Religiosidad inocua? ¿Comidas exóticas? ¿Arbolitos
de colores? ¿Pesebres olvidados? ¿Brindis melancólicos? ¿Recuerdo de ausentes?
Niñes jugando?
Tanto artificio confunde.
Los enviados celestes dijeron a los pastores, “vayan y verán
un recién nacido”.
Es hora de ir y ver.
Millones y millones de pobres gracias a un gobierno
insensible despiadado cínico y sacrílego blasfemo, que toma en vano el Nombre
de Dios cuando recurre a "las fuerzas del cielo" para justificar sus
atrocidades.
Un Milei que se cree mesías, se presenta como mesías. Una
máscara diabólica.
Profanación del pesebre.
Por eso nos urge un Pesebre sin adornos.
Y sin profanaciones.
Nos urge, ir y ver.
lunes, 11 de diciembre de 2023
Hay que sufrir ahora, el cielo...ya veremos.
Sacrificio, para quienes?
Una larga tradición religiosa cristiana ha sostenido
con mucha fuerza la necesidad de sufrir para conseguir el “cielo”.
Una pésima lectura de la “cruz” y de algunos textos
que parecen decir que lo que el Padre del cielo quiere, desea e impone es el
sufrimiento para sus hijos e hijas.
Una teología sacrificial que, hay que admitirlo, está
presente en corrientes del pensamiento bíblico y arraiga profundamente en el
sentir popular.
Esta manera de ver ha tenido consecuencias sociales tremendas.
Justificar las peores situaciones de explotación, de
masacre, de muerte, de sangre derramada “porque después” llegará el premio.
El sistema económico que asume esta mirada y la
predica, simplificando mucho, es el de “libre mercado” (sobre todo durante los
90, hoy hablaríamos más de un colonialismo financiero global).
Así se multiplican los discursos de “se vienen tiempos
duros”, los “ajustes necesarios duelen”, serán “momentos muy difíciles”, serán
meses “arduos”.
Lo que no se dice, y deliberadamente se oculta, es que
tanta penuria no es para todos, y que al final, la tierra prometida, es una
gran estafa.
Ya lo vivimos.
Los que “pagan el costo” son siempre los mismos:
niños, mujeres, jóvenes, trabajadores formales e informales, pequeños comerciantes,
excluidos, minorías étnicas, de género, campesinas, cuenta propistas,
desocupados, pequeñas industrias y también la clase media.
Y los que se benefician también son siempre los
mismos: bancos, financieras, agroexportadoras, agroalimentarias, mineras, mesas
de dinero y los que fugan dólares a paraísos fiscales.
El nuevo gobierno recita este credo mentiroso.
El en “altar” del mercado no queremos más
“sacrificios”.
Y no lo vamos a permitir.
Dios, tampoco lo quiere.
jueves, 31 de agosto de 2023
Becerros de oro.
No adorarás becerros de oro.
Milei, profeta de mentiras.
En la década de los 90, auge del “pensamiento
único”, del “fin de las ideologías”, de la imposición del “nuevo orden
mundial”, en Latinoamérica se impuso la “economía de libre mercado”. El
“mercado” sería el regulador natural para el desarrollo, la justicia social, el
crecimiento económico, el bienestar de los pueblos.
Desde la teología rápidamente advertimos el
engaño y comenzamos a hablar del “dios mercado”. Un dios que exigía cada vez
mayores sacrificios a los sectores populares en aras de grandilocuentes
promesas que terminaron en un fracaso estrepitoso.
Pero era tan honda y tan fuerte la creencia, la
“fe” en “el mercado” que sus características delinearon una nueva idolatría.
Con las características de toda idolatría: engaño, fraude, sacrificios y más
sufrimiento.
“ …los mecanismos del mercado …conllevan el
riesgo de una «idolatría» del mercado” J. Pablo II CA 40
Ahora la situación es aún más grave. Ese “libre
mercado” ha multiplicado sus tentáculos a una velocidad inaudita. Las nuevas
tecnologías lo hacen posible.
Además, ha profundizado su presencia global con
una característica aún más destructiva, la meramente especulativa.
Un nuevo colonialismo financiero global idolátrico.
La cuestión idólatra que tiene el mercado como fetiche,
es solo y nada menos, que una versión moderna de aquella advertencia del
Evangelio: “no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero”.
Las expresiones de Milei, en su torpe
extravagancia, esconden esta aún más grave idolatría. Milei es el profeta de
mentiras, capaz de sacrificar vidas humanas en pos de falsas promesas.
La “dolarización” es el engaño mayor, el canto
de sirena, la manzana envenenada, de la “nueva idolatría del dinero” de la que
habla Francisco.
Entendemos la insatisfacción democrática y
somos empáticos con los que votaron a “la libertad avanza” y sabemos que no han
votado lo que realmente prometen.
Pero hay que advertir la gravedad de la
situación.
Toda idolatría es criminal.
Y este ídolo ya lo ha demostrado.
Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli
Ateneo Enrique Angelelli
Movimiento Recuperar lo Nuestro
Red Nacional de Fe y Política
CEBs. Autoconvocadas.
miércoles, 12 de abril de 2023
Sin Política, no hay Pascua.
Sin Política no hay Pascua.
El tan mentado “triunfo de la
vida sobre la muerte” es una afirmación biológica, cósmica, universal.
La semilla que brota, millones de
semillas, que no todas fecundan, pero es el ritmo inevitable de los ciclos
naturales.
Las culturas muy tempranamente
trataron de descifrar y “nombrar” este
“ritmo”.
Entendieron que había que
festejar, celebrar, compartir una nueva cosecha. Las semillas volvieron a
crecer.
En la Biblia se encuentran
fundamentalmente dos celebraciones ligadas a estos ritmos, la cosecha y la
ofrenda de los primeros frutos.
Todas las culturas tienen sus
fiestas agrícolas: celebrar este equilibrio natural.
Pero la fiesta de la Pascua no es
agrícola, es política. Una fiesta de liberación popular contra un imperio opresor.
Si la tradición cristiana pronto
llamó “Pascua” a la resurrección no lo hizo negando esta mirada política, al
contrario, la profundizaba.
De aquella liberación del opresor
egipcio a la liberación de todas las opresiones como centro de la insurrección
de Jesús ante sus asesinos.
La tradición eclesial
“espiritualizó” tanto a estos acontecimientos, tergiversó tanto los hechos, que ahora no se trata de liberarse de toda
opresión, si no del “perdón de los
pecados”.
De un desafío político, donde se
pone en juego el poder de los pueblos contra el poder de los amos, se pasó a
una tarea individual, interior, subjetiva contra “el pecado”.
La semana santa es la semana
política por antonomasia.
Una de las consecuencias de esta
inversión del sentido “pascual” es el crecimiento de la “anti política” o en
todo caso, de la apatía política de muchos cristianos.
Hace décadas denunciamos que la
separación “de la fe y la vida” es uno de los males de nuestro tiempo, para ser
más precisos, la separación de “la fe y la política” diríamos ahora.
Cuando con razón advertimos en
amplios sectores sociales el desprecio por la política, o peor aún la
despolitización y por lo tanto desmovilización militante, debemos mirar a la
responsabilidad de aquellos discursos religiosos que han enmascarado la Pascua.
Y si no hay política en sentido
pascual, resurgen los totalitarismos sectarios, violentos, dogmáticos,
depredadores, la política de los poseedores.
Así, la resurrección no es tanto
un hecho puntual, si no un horizonte constante.
Un horizonte que debemos
intentar.
Nicolás Alessio.